miércoles, 19 de enero de 2011

Sexo: Femenino

Ser mujer y ser hombre se ha vuelto considerablemente más difícil con el pasar de los años.

Los que simplifican el asunto con un cromosoma y otro más son generalmente los que menos saben de lo que hablan. Es como que la diferencia entre dos géneros con historias diametralmente diferentes fuese tan fácil de definir como un dibujito en la puerta del baño.
Rosada, para mantener la tradición.

Sin embargo, la imagen de la mujer que tenemos todos es un poco más complicada que eso. En mi poco complicada imagen de niña, una mujer se veía así.

Lo cual significó que fui feliz por una época, cuando las fronteras entre lo masculino y lo femenino eran claras. Las niñas usaban vestido, los niños shorts. Nadie me exigía ser más femenina, nadie me decía cómo me debía ver, o maquillarme o comportarme con los demás. Ninguna niña ejercía su supremacía y no habían propagandas o series que dijeran lo debía hacer.

Pero después de un tiempo me di cuenta que lo que se esperaba de una mujer era mucho más específico y difícil de conseguir que el dibujito de una niña feliz. Por ejemplo, se requería que mi pelo fuera largo. Con flequillo de preferencia, y si me hacía iluminaciones, quedaría aún mejor. Es más, si le entraba al laciado japonés, sería excelente.
Pero había un ligero, casi insignificante problema. No me daba la gana hacer todo eso. ¿Consecuencias? Cambios diametrales en el largo de mi pelo y una incoherencia casi constante con la moda vigente. Adrede.

La gente piensa que soy rara, y les doy la razón. Sin embargo, he hecho algunas concesiones. Por lo ejemplo, las pestañas que venden todos los rímeles (¿así se dice?) son largas, voluminosas y rizadas. Mis pestañas son largas, no muy voluminosas y lacias. Lo cual significa que (casi) diaramente me demoro cuatro minutos para rizarlas y medio minuto más para echarle rímel. Hasta ahora, ésa es la total extensión de mi ritual diario de maquillaje. Sin embargo, el mundo (iluso él) pretende que me vea todos los días algo así:
(Nótense las cejas depiladas, las pestañas rizadas, la nariz respingada y los labios pintados).

Lo peor es que la imagen de la feminidad, no contenta con ello, no sólo se metió con mi cara y mi pelo. Aparentemente, mi cuerpo debe lucir algo así:
Lo cual es una versión muy rara que en realidad quería decir:
- Tetas grandes
- Cintura pequeña (mi mouse-pad es un poco rebelde)
- Piernas largas
- Pies calzados permanentemente con stilettos.

Obviamente, hace tiempo me rendí. El problema es que, a falta de paradigmas, la situación en la que he estado los últimos años es básicamente esta.

¿Ayuda?