jueves, 14 de abril de 2016

Dioses caídos

En el alféizar de mis ventanas viven dioses caídos y casi olvidados,
colosos que un día fueron y ya no son más.
¡Cómo los quería! ¡Cómo quería que me quisieran!
Cómo todos se fueron y dejaron sólo sus recuerdos detrás.

A veces me agacho a verlos, inmóviles, y los rozo con los dedos;
¿Cuál fue la magia sagrada que los animó?
Se volvieron bosque, cera derretida, casita derrumbada;
roca de risco, huellita blanca, canción de amor.

Y me doy cuenta que no son altares sino mausoleos,
las tumbas de besos, abrazos y ojos mirándome,
palabras que hicieron latir la sangre en mi corazón.

Fue mi alma lo que les dio vida, y ellos los que entraron al Hades.
Sólo verdaderos dioses podrían regresar del abismo; ellos no.
Entonces sonrío, viéndolos como los humanos que fueron y todavía son.



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