Me arrodillé de nuevo; habían pasado tres semanas desde que la esperanza había vuelto a mi corazón. Estaba dando gracias, y lloraba de miedo. Tenía las manos entrelazadas en la fe más profunda, pidiéndole a un Dios en el que me es difícil creer que por favor me ayudara. Cerré los ojos y escuché en el silencio una canción.
- Lo quiero. -dije.
El Universo, conmovido, respondió.
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