lunes, 29 de agosto de 2016

Ni Bárbaros ni Atilas

- "Gabriela no se quiere, ¿no?"
Ouch. Mierda.

Mierda. Doblo mi ropa, voy a la lavandería, regreso a mi cuarto, limpio mi mat, lavo los trastos, pongo al día mi diario, tomo té, veo el capítulo de mi serie favorita actual, escribo mails de felicitaciones de cumpleaños, me actualizo académicamente, ouch, mierda, ouch, tantos años después, ouch. Mierda.

"Son pocos, pero son". Declamo en voz baja poesía para calmarme. "Abren zanjas oscuras en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte." Sí, bastante cierto. "Serán tal vez los bárbaros atilas o los heraldos negros que nos manda la muerte."

Quisiera que lo fueran. Quisiera que fueran en realidad bárbaros en caballos negros galopando, formidables semidioses que tenían poder intrínseco, no la sarta de imbéciles que me negaron, me fueron infieles, me dieron por sentado y hablaron mal de mí tomando todo lo que podían mientras yo languidecía por ellos. Me duele la que fui. Me duele la que soy. Me duele el cuello.

¿De qué me quejo, carajo? Estoy sana, tengo una carrera, mi familia me quiere y está bien, tengo un techo sobre mi cabeza, comida en mi cuarto, tengo lo que muchos no tienen y todavía me quejo. Sólo tengo que salir a la calle para tomar un poco de perspectiva y volver a ponerme en orden, pero estoy un poco harta del grito de "¡Firmes!" para cuando flaqueo. Firmes tu abuela, yo quiero un abrazo.

Lena fue la que lo dijo. El comentario había sido dicho en las épocas del 2011 y 2012, cuando Alexander y Leo eran parte de mi vida, no de mis recuerdos. La vergüenza que siento al recordarlos es profunda, medular, siento que el núcleo de mis leucocitos dice "shame, shame" como una septa en mi caminata de la vergüenza. ¿Cómo dejé que me trataran como me trataron? ¿Cómo no los mandé a la mierda en tres segundos? "Gabriela no se quiere, ¿no?" Qué vergüenza.


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