miércoles, 24 de septiembre de 2014

De cuánto más femenina me hace mi toallita higiénica (Sexo: Femenino, parte II)

Me fui a comprar toallitas higiénicas. Cuando regresé a mi casa me puse a leer lo que estaba escrito en el paquetito. Justo arriba del "abra aquí" decía así:

"Eres una de esas mujeres que cada día se desafían a sí mismas. 
Valoras tu feminidad, 
te gusta cuidarte, reinventarte 
y verte diferente todos los días"

Felizmente estaba sentada en la tapa del wáter, porque de haber estado parada me hubiese caído. ¿Estás intentando hacer marketing tipo estilo de vida en el envoltorio de mis toallitas higiénicas? ¿Estás utilizando la obviamente FEMENINA situación en la que me encuentro para (re)convencerme de que soy una mujer?
Asu.

Mi papá me escuchó y dijo, como me ha dicho muchas otras veces, "tienes que tener más paciencia, hija". Sí. Sí, tiene razón.

Tengo que tener más paciencia, porque esto no está ni cerca de terminar. Esta pulsión incontestable por recalcar la feminidad de las mujeres no es ni una cosa nueva ni un nuevo tema en mi vida o mi blog. Es una verdad por todos conocida que el concepto de feminidad está en mí tan bien fijado que lo considero automáticamente mi propiedad una vez que entra a mi vecindario.

Soy mujer. Menstrúo. Al no querer ir por el mundo como la víctima reciente de un ataque en el bajo abdomen tengo que utilizar toallitas u otros medios. El que mi toallita higiénica tenga dibujitos no me hace más mujer de lo que ya soy por el hecho de tener útero y menstruar. Ahora, la evidente pregunta es... ¿por qué querría ser reafirmar el hecho de mujer?

¿Es acaso una competencia? ¿Quién es más mujer, quién es más femenina? O.K., digamos que es una competencia, ¿por qué estamos compitiendo? ¿Por poder?

Después de todo, "salvo el poder, todo es ilusión", ¿no?

¿Para qué [inserte su lisura preferida aquí] querría ser más femenina, si no es por poder?

No sobran conceptos de feminidad, así que la amiga Simone de Beauvoir va a tener que entrar a la conversación. El concepto de mujer, según esta específica y prolífica mujer, no es independiente: depende del concepto de hombre. Somos "el otro". El Segundo Sexo. Es casi como decir que el concepto de silla es dependiente del hecho de no ser mesa. Lo más triste es que, concerniente a lo que dice mi toallita higiénica, es verdad.

La hiperfeminización nace del deseo de confirmar algo que no sé por qué habría de ser puesto en duda. ¿Por qué he  de probar que soy mujer? Entiendo que desde el punto de vista evolutivo características secundarias femeninas más pronunciadas habrían de significar mayor éxito reproductivo, pero, ¿en qué momento estas características empezaron a trascender lo biológico?

Buscamos igualdad. ¿Qué clase de igualdad encontramos si la propaganda (aparentemente) más efectiva para vendernos algo que el producto sea "femenino"? El marketing no lo ha creado; simplemente ha recogido algo que ya existía. Aparentemente las mujeres deseamos feminidad, rosada y delicada feminidad ad nauseum... ¿estamos en el nido de nuevo, las niñas son diferentes de los niños? ¿La que se pone más rosado gana la competencia?

¿Cuál es esta necesidad de hiperfeminizarnos?

¿Cuál es esta necesidad de sobresexualizarnos?

¿Cuánto hemos avanzado, y cuándo (sí, cuándo) retrocedido?

¿Por qué compré las toallitas en cuestión?

Ah, bueno, estaban de oferta, dos por uno. Ahorro es progreso.

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