martes, 2 de noviembre de 2010

Fue una noche de enero



Ich habe dich nicht gebeten zu bleiben, doch du bist geblieben.

Yo lo sabía. Hacía tiempo.

Era extraño sentir que la pelota rebotaba a la misma altura que la mía; saber que leer lo que yo decía era igual de importante para él como para mí era leer lo que él escribía. Yo sabía que no era normal eso que sentía, eso que quería. Era deliciosamente sospechoso, como la promesa hecha sonrisa del galán que me ignoraba.

Peligroso, como la marcha de un borracho cruzando la avenida.

Era dolorosamente honesto, genial, inapropiado. Sí, él estaba herido, sí, estaba quiñado, manido, maltratado, sí, yo sabía todo eso. Lo quería así, así lo adoraba. Era entusiasta por la vida. Quería salvar al mundo como Superman; no tenía ni la menor idea de cómo hacerlo, pero para eso estaba yo. Para abrazarlo cuando se cayera, para ser cómplice de sus crímenes, para ayudarlo a arreglar su casa. Yo iba a estar ahí para cocinarle, abrirle la cerveza, putearlo de vez en cuando. Yo iba a estar ahí cuando nadie más quisiese verlo; yo iba a estar ahí consolándolo cuando no mereciese consuelo.

El sabía que yo buscaba alguien para volar. Sabía que para mí la vida no tenía mucho sentido estando sola, aún cuando ese estar sola fuera más un esfuerzo humano que un castigo divino. Él supo que, en cierta manera, yo creé todo. Que yo fui la arquitecta del sueño. Igual le gustaba pensar que era el destino lo que nos había unido. Yo planeaba pararme al costado de las vías del tren con una pashmina amarilla.

Era amor, no era enamoramiento amanerado ni soledad de bolsillo. Era amor con sus cuatro letras, rebeldía negándose a hablar bonito, desafiante, achorada, impertinente, maleducada. Era el amor lo que me daba sentido, el oxígeno que me hacía respirar, que me mantenía viva. Porque yo estaba viva, onerosa y exhuberantemente viva.

Yo sabía que nuestro dolor no era el mismo. Él ha caminado infiernos que yo sólo he sobrevolado. Así lo amaba. Tal vez así todavía lo amo. Mis amigos lo detestan... mis padres aún más. Todos tienen razón. Pero no es por lo que ellos creen, no... no es porque él me vaya a dar más problemas. Es porque prometió, confesó y declaró. Es porque al final, me dejó.

Que tenía que aprender a volar sola, sí, tiene razón. Que nunca nunca nunca iba a volver a enamorarse de mí, mentira. Remember Avatar? I see you. Que yo había sido la palanca que lo había sacado del pozo, me alegro. Igual no cambia nada. Lo único que afirma es que no tiene palabra, ni derecho, ni perdón. Aunque me duela y me desgarre y me arrepienta.

La respuesta era D, Pon Pon. Tú no la marcaste, esa es otra cosa.

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